lunes

soñé con P.
me pasó caminando rápidamente hacia delante por la avenida, yo 
me fijé que era él, quedé congelada. él se detuvo segundos más 
adelante, giró su cabeza y me miró con una cara entre indiferencia 
expectativa.
no hice nada más que correr a abrazarlo. lo abracé muy fuerte y él
también, mientras me explicaba que estaba atrasado porque su
amigo César se iba de viaje. yo no dije nada, no pude, sólo lo 
abracé.
él continuó hablando, que si acaso había recibido su correo, que
estaba atrasado, que esto y que lo otro.
no estoy segura de haber dicho algo, quizás sólo gestos y caras.
de un momento a otro, nuestro abrazo se encontró en el medio de
una ciudad polar de invierno. me tengo que ir, me dijo, quiero estar
solo pero no sé qué hacer con estas sincronías.
no dije nada, no tenía nada que decir, sólo lo abracé hasta que no
pude más, ya estábamos a unos cuantos pasos de la mesa donde
despedían a su amigo. una chica sentada me lanzó una mirada de
curiosidad y yo la miré con cariño, no pude hacer otra cosa.
la ciudad estaba fría y brillante, comencé a llorar para sanar y mi cara
se congeló de hielo.
nos despedimos como la última vez, el ruido de ambiente comenzó
a regresar.
caminando hacia lo que ya sabía no era mi casa, me topé con un
árbol gigante, donde unas monjas y niñs pequeñs
luchaban con unos duendes que sólo querían jugar pero estaban
cada día más violentos. les ayudé a echarlos y cuando todo quedó vacío
otra vez, decidí pernoctar en el árbol.
 una vez acurrucada, recordé que tenía un correo que 
leer. me dirigí a lo de Nico y Julia,
no estaban en casa pero de alguna forma supe dónde estaba la llave.
en un cuarto sin ventanas encontré una computadora de escritorio
ya prendida, el correo brincaba para ser leído.
la Cami me contó que tienes planes de irte a Islandia, espero que te vaya
muy bien. sólo quiero que podamos encontrarnos otra vez antes de
que partas.
¡envíame postales!
P.