jueves


Joris Ivens

domingo

los rayos o están destinados a una, o no lo están.

doblaba la esquina
el puente seguía tan transcurrido como siempre
le recordó a ese sueño en el que iba a ver a guido y una pandilla la perseguía escalera arriba
pero no esta vez no era ese


el hall estaba repleto de dandis
era ya tan obvia la afluencia decadente de gente que claramente no dormía allí que ya quería sacarme el vestido. el olor del ascensor volvió a ser el mismo. me acerqué hastiada de cualquier mirada pero fue inevitable; la verborrea aumentaba a medida quel elevador bajaba y me impregnaba con su ding.
así mismo la escuché al cabo de un rato, verborrea de su cuerpo | verborrea de su indumentaria, una paradójica ausencia de labia que se complementaba con su vestuario inquietante y acogedor. me invitó a comentarle acerca del bolso que llevaba conmigo esa noche. al igual que mi vestido, era negro. su cara llena de arrugas y el pelo teñido lujosamente me recordó la esencia de rosa maría y su neceser siempre listo con blondor pre-preparado en envases para lentes de contacto. comentó para romper el hielo -o eso creí yo- que el bolso que ella llevaba esa noche lo había comprado en un outlet con las mejores ofertas del barrio pero que lamentablemente el local había cerrado gracias a esas termitas rusas que habían arribado junto con los soldados que volvían ese mismo mes en el barco estrella del puerto. demasiada información pensé, y me vinieron esas náuseas incontrolables que me hacían pensar instantáneamente que llevaba un crío en alguna parte de mi humanidad. el ascensor iba por el piso veintitrés y parecía que nunca llegaría a planta baja por la misma razón por la que el hall estaba repleto. ella continuaba hablando, qué manera de mezclarse con el ambiente esa mujer, igualita al elevador.
sólo hubo un pequeño instante en que mi raciocinio pudo conectarse con su verbosidad; "decidí ponerle << pequeño reptil subrepticio>>, qué se yo, una oda a mí misma" aseveró. "arriesgada decisión" le comenté, pero no parecía escucharme para nada, quizás por las risas dandinescas o por el murmullo de las demás señoras que tras nosotras se arremolinaban a escucharla quién sabe por qué. prosiguió comentando sobre lo bellos y puros que habían vuelto nuestros soldados, desordenaba fantásticamente todo el orden cronológico de nuestra conversación y eso calmó un poco mis náuseas.
cuando el ascensor iba ya en el piso sexto decidió preguntarme: "y tú niña, dime cuál es el nombre de esa maravillosa pieza que llevas ahí?" rabiosa e implorando silencio le contesté: se llama sueño de una noche de verano, y era de mi madre. finalmente se me otorgó el silencio y no alcancé a distinguir si alguna de las señoras se estaba atragantando pues lo último que sentí cuando el ascensor cerró, fueron los ojos llorosos de ella mirándome infinitamente. y era ella, me había reconocido y la reconocí, rosa como siempre. entré por mi puerta, me saqué el vestido y lloré toda la mañana con un gato gordo a mi lado.
nunca más la vi. las termitas llegaron hasta el edificio y todos tuvimos que evacuar por el puente que no daba más.
lo único bueno fue, que así conocí a lionel.
bellísimo, purísimo.

martes

끝अंत结束

estaba en brigada para el caos determinante que esperaba que todo fuera tan frágil e incesante si es que no volvía a sentir mi aliento sobre mis rodillas supondría al menos quel intento de excluirme del aparato ideológico había triunfado un sube y baja que llenaba el espacio en blanco recuerdo sonar más estupefacta pero ya nada podía hacer la diferencia habrá sido el movimiento titiritesko kontinuo y kiskilloso antes de despertar esperar llover una gramática incalculable inigualable postrado desteñido dulce y celeste como el abismo del pentágono ioritico e impasible al final esa es la maldición adivinarse dentro del cuadro desolado te perseguía la muerte y pensabas qué no pensabas una vez pensé que el recuerdo me quemaría el cerebro la ilusión de poder oír ese sermón viejo de una desidia predecida por los más bajos estándares de mi poca alma perversa es mi necesidad mi deseo maldito el poder odiarte por haberme dejado tan sola sin siquiera un muerto viviente para compartir mi dislexia so suddenly llegamos al mar con los ojos vendados tu boca a la mitad te juro que salté de alegría sobre mi cama aquella vez mea culpa dijo el visitante mientras giraba su cabeza en trescientos sesenta grados perdón si cuando te dije que no sabía quién era jung te decepcioné pero el perdón sólo lo da dios y vos no sos dios ni gardel y ya no creo en él simple y formal emocionante orgullo visual un avión se estrellaba en la quebrada lograba al fin la dosis de morfina luego de casi más de dos años las agujas rebosaban sangre la mejor sensación desde ese lorazepam todo se veía bello y como era poco tiempo me hacía sentir que se dispersaba todo tantas orquídeas florecientes quemándose desde adentro me hacían ahogar me hacían suspirar riéndose en la fragancia mi amor se derretía cerrar los ojos a lo que no se puede imaginar bettyhill lloraba y se lanzaba por el acantilado era difícil pensar en no pensar el saber recordar tu cara ellos no sabían que llegaría pero lo hice tan sigilosamente que me escurrí entre sus calles y avenidas sus advientos partir y renunciar sabiendo que vos no sos mi fiesta mercurio no supone ni prefiere asi que mantente al margen de cualquier periferia histérica a quien chucha podría importarle el andamiaje de sinonimia y obnubilado mentira dejar de creer en el amor más sí en el tiempo y espacio de nuestros cuerpos era imposible que la noche pasara sin que se abriera esta ventana no más manchas en el hipocampo ni a más de mil kilómetros se funde la memoria proxémica es la palabra que agrega solemnemente nimiedades inconfundibles luego de armar la primera cara se armarían las dos líneas paralelas a la primera con un movimiento inverso para la próxima lluvia.